La luz es un lujo en lugares como Burkina-Faso. El joven cineasta de Lyon Seb Coupy recorre la antigua colonia recolectando secuencias e historias que tienen que ver con la luz pero sobre todo con su ausencia. Una civilización que siempre ha caminado a oscuras recibe ahora el progreso en forma de bombilla como el fin de muchos de sus misterios: los brujos no salen cuando hay mucha luz. Tambores, danzas, relaciones sociales y reposo a través del filtro de la vieja batalla de la ciencia contra la magia y todos sus interrogantes. El 70% de la electricidad en el país es todavía hoy generada por gasolina o grupos electrógenos. La sensación es como si Burkina Faso tuviera entonces un interruptor general que apaga y enciende todo el país.
La película, construida magistral y enteramente a través de fotografías, es un retrato claro de las zonas más sombrías y un elogio a la noche como anverso vital del día. Como defiende su director: las historias han sido y son siempre mucho más bellas durante la noche.