Sergio y su padre Simão no se han visto desde hace más de veinte años.
Coincidiendo con el Mundial de Fútbol de 2014, Sergio regresa a su ciudad
natal, São Paulo, con la intención de encontrarse con Simão y pasar con él
todo el campeonato, viendo fútbol como hacían en su infancia. El reencuentro
parece perfectamente planificado: un mes para estar juntos, un mes pautado
por el calendario del Mundial. Conforme pasan los días, el reencuentro entre
padre e hijo se adentra en un territorio imprevisible, y el pacto de ver todo el
Mundial juntos parece señalar ahora los pasos de un peligroso ritual.
“La película lo dice al inicio: no cuenta la historia de un reencuentro, sino el pacto o el juego entre dos personas realizado precisamente a consecuencia de ese encuentro. Lo que pasó fue que en ese empeño de control hubo algo que se escapó de nuestras manos de “aprendices de brujo” que fue la variable de la muerte. La película es precisamente el resultado de esta tensión: entre el empeño absoluto de control (y ahí la estructura del mundial que sigue su curso es fundamental) y la aparición imprevista de lo azaroso, en su forma también más absoluta. Hay otro aspecto sobre el Mundial que sí nos parecía interesante, y es que en buena medida construía una experiencia del tiempo distinta, detenía el tiempo durante un mes, lo que generaba una percepción distinta de las cosas. Como en un eclipse… de hecho, la película de Antonioni fue una referencia desde el principio” (entrevista a Carlos Muguiro y Sergio Oksman)