El año 1992 fue el de las grandes celebraciones del V centenario del descubrimiento de América. José Luis Cuerda quiso también recordar tan señalada fecha histórica pero, eso sí, a su manera, alejándose todo lo posible de la mitificación heroica de la gesta y narrando una agridulce historia de dos pícaros y un gorrino. El resultado fue una divertida comedia, La marrana, escrita a ras de tierra. La acción arranca precisamente en el verano de 1492. Bartolomé Gutiérrez (Alfredo Landa), que ha estado cautivo de los sarracenos en Túnez, regresa a Extremadura. Lo que más ansía el pobre hambriento es volver a comer cerdo, su manjar preferido, y se encuentra con un hombre joven (Antonio Resines), desertor del asedio de Granada, que intenta llegar a Portugal acompañado por la marrana del título, una hermosísima y apetecible cerda que ha robado por el camino... Los dos pícaros unen sus destinos, intercambian engaños, se hacen amigos, con el fin de poder sobrevivir, es decir, según el director, se trata de una historia que "continúa vigente para desgracia de la humanidad, porque los pobres tienen que echarle una buena dosis de ilusión a la vida para seguir adelante".
El 9 de mayo se cumplirán dos años del fallecimiento de Alfredo Landa, actor al cual seguimos recordando con la proyección de la película por cuya interpretación logró el Goya al mejor Actor.